Hace un año, si alguien me hubiera dicho que abandonaría mis incontables apps de gestión del tiempo por un simple cuaderno de papel, le habría mirado como si hubiera perdido la cabeza. Soy informático, vivo entre pantallas, y mi necesidad (y obsesión) por optimizar cada minuto me llevó a probar decenas de apps con esta finalidad: Trello, Notion, Todoist, TickTick, Recordatorios de Apple, Asana…. hasta Obsidian con plugins personalizados. Pero hoy, mi herramienta de organización cabe en un simple A5 y no necesita batería.
Este ha sido mi viaje hacia el Bullet Journal minimalista.
El fracaso digital: cuando más apps = más caos
Durante años, creí que la respuesta a mi desorganización estaba en la próxima app todo-en-uno. Sin embargo, terminé con notificaciones constante, recordatorios olvidados o continuamente pospuestos, y una ansiedad constante por tener todo registrado en la correspondiente App.
Lo digital, paradójicamente, me distraía más de lo que me ayudaba. La saturación de opciones y la falsa sensación de control (¡tantos gráficos! ¡tantas etiquetas! ¡tantas opciones de visualización!) me hacían perder el foco constantemente.
El descubrimiento: Ryder Carroll y la simplicidad radical
Fue de pura casualidad que leí por primera vez sobre un curioso método, el Bullet Journal. Me llamó la atención, e investigué el método original de Ryder Carroll, incluso compré su libro El método Bullet Journal para profundizar más en tema… y algo hizo click: se trataba de un sistema analógico, flexible y centrado en acciones, no en decoraciones ni florituras.
Compré un cuaderno sencillo de puntos, un bolígrafo de tinta negra, que me pareció lo suficientemente cómodo, y empecé con las bases: Índice, Registro futuro, Registro mensual y Registro diario. Mi idea inicial era comprobar si este método era la revolución que prometía, y ver si podría adaptarme a este nuevo flujo tan disruptor con mi experiencia pasada.
Por qué lo analógico funciona (cuando lo digital falla)
Tras semanas de uso con el BuJo, me fui dando cuenta de sus grandes ventajas:
- Menos distracciones, más atención: Sin notificaciones, sin tentaciones de abrir una red social al marcar una tarea. Escribir a mano me obliga a pensar antes de anotar, filtrando lo trivial.
- Flexibilidad sin límites: ¿Una lista de la compra junto a un diagrama de flujo para un proyecto? En digital, eso implicaría tres apps distintas. En mi BuJo, son dos páginas contiguas.
- Memoria física: Subrayar una tarea completada con un rápido gesto de la mano (¡el famoso X en lugar del check de toda la vida!) genera una satisfacción tangible que ningún checkmark digital iguala.
- Privacidad y propiedad: Mis datos no están en la nube de nadie. Es mi sistema, sin algoritmos, sin suscripciones, sin actualizaciones que rompan mi flujo. Además fácilmente almacenable durante años y años, para futuras referencias.
Además, una ventaja muy grande para mi, es que en un mismo cuaderno, puedo tener TODAS mis tareas: personales, familiares, de trabajo, compromisos, etc. Esto hace que todo el foco de mi productividad se encuentre centralizado en un único sitio, con la seguridad que me da esto de saber que no tengo que rebuscar mis tareas por diferentes sitios, y posiblemente pasar algo por alto.
Mi estilo: minimalismo puro (nada de washi tapes, stickers o acuarelas)
En Instagram, Pinterest, etc, el Bullet Journal suele asociarse a diseños coloridos, caligrafía ornamental y páginas temáticas. Parece que se le pretende dar más importancia la forma que al contenido o la finalidad. Para mí, eso es completamente contraproducente. Mi regla es clara: si no suma funcionalidad, no entra. Uso únicamente:
- Títulos en negrita con un rotulador más gordo del habitual (1mm).
- Viñetas estándar (● para tareas, ○ para eventos, — para notas, * para prioridades).
- Dos colores máximo: negro para lo habitual, rojo para prioridades o destacar los inicios de samana en el registro mensual.
- Colecciones prácticas, no artísticas: Por ejemplo, tracker de migrañas, menús semanales, reformas del hogar, ideas de regalo para eventos, etc.
Secciones que me salvan el día a día
- Tracker de migrañas: Anoto hora, intensidad, medicación, y posibles causas (café, estrés, sueño). Patrones que ninguna app de salud detectó.
- Menú semanal + lista de la compra: Planificar comidas semanales evita el “¿qué cenamos hoy?” y los viajes improvisados y casi diarios al supermercado.
- Reformas del hogar: Desde muestras de pintura pegadas con celo hasta cálculos de metros cuadrados para cambiar el suelo. Todo en un mismo sitio. Presupuestos, decisiones, materiales… Cualquier tipo de información que pueda ser útil a corto o largo plazo.
Conclusión: volver a lo esencial para avanzar
El Bullet Journal no es magia: es orden consciente. Como informático, me sorprende lo bien que convive mi amor por la tecnología con este regreso a lo analógico. Ahora, cuando abro mi cuaderno, no hay scroll infinito, no hay multitarea: solo yo, mis prioridades y el trazo limpio de una pluma sobre papel. En cierta manera, los momentos en los que me siento frente a mi BuJo llegan a ser relajantes.
De todas formas, no me he podido, ni querido desprenderme al 100% de lo digital. Sigo delegando en Google Calendar para beneficiarme de eventos y recordatorios futuros, como una especia de “anexo” a mi BuJo
¿Y si la verdadera productividad no está en hacer más cosas, sino en elegir mejor en qué enfocarse? Mi BuJo minimalista me lo recuerda cada día.
¿Has probado el Bullet Journal? ¿O sigues enganchado a lo digital? ¡Cuéntame en comentarios!
PD: Para los curiosos, mi setup actual es un cuaderno A5 de puntos, con 160 paginas de 120gr, y un Pilot VBall 0.5mm. Nada más. Nada menos.
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